viernes, 12 de enero de 2018

Cómo río en el desierto.

Hay siempre, una lágrima valiente.
Sí, una lágrima valiente, que se atreve a salir del escondrijo de la tristeza, la melancolía y la desesperanza para ver la luz.

Esta lágrima valiente provoca un efecto llamada de otras lágrimas que después de observar lo rápido que se puede correr, se llenan de valentía así mismo.

Estas lágrimas vacían toda esa tristeza, melancolía y desesperanza, refrescan las mejillas contraídas, calientan los labios forzados en una sonrisa, limpian las manos inquietas y perdidas… alivian la tensión de un corazón compungido, de un corazón valiente que de vez en cuando se esconde ante la intensidad de las emociones, por miedo a no poder soportarlo.


Las lágrimas son mis amigas, aunque muchas veces me avergüence de ellas. No lo merecen, desde luego, pues son muy, muy valientes.



Elena Delgado 

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