En un lugar donde se ha de respirar, comer y andar sin parar.
En un sitio donde las manos son para trabajar, y los pies para mantener el equilibrio, y los labios para formas las palabras adecuadas, y los dientes para desgarrar, y los ojos para controlar, y los dedos para señalar...
En un mundo, lugar y sitio de objetos geométricos y puntiagudos, de luces ensombrecedoras y voces socarronas, de compra y venta al por mayor, cielos oscuros, aire espeso, tierra seca y frío contacto, donde se expone hasta el propia alma al mejor postor.
Es aquí, donde, entre tanta maleza y mordaza, a veces, con mucha suerte y vista, observo emerger una sonrisa cantarina atada a una mano amiga, entre caras desconocidas e inertes.
Es ahora, cuando, resguardada del viento y la lluvia, una voz cálida y socarrona se esfuerza es borrar las tristeza de las mañanas grises.
Es gracias a tí,
Y a tu capacidad de nadar entre las aguas turbulentas,
De abrir camino entre las duras rocas,
De aplacar de frente al colérico viento a golpe de buenos humores... que en muchos momentos y de lo más profundo de mí ha surgido una sonrisa divertida y tierna, y un aprecio con forma de abrazos-placaje.
Por eso me alegraré cada día, y más en el tuyo.

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