“Entonces ¿para qué estar en pareja? Usamos
nuestros ojos para vernos y reconocernos. Podemos mirarnos las manos, los pies y el ombligo… Sin
embargo, hay partes de nosotros que nunca nos hemos visto directamente, como
nuestro rostro, tan importante e identificatorio que cuesta creer que nunca lo
podremos percibir con nuestros propios ojos… Para conocer visualmente estas
partes ocultas a nuestra mirada necesitamos un espejo. Del mismo modo, en
nuestra personalidad, en nuestra manera de ser en el mundo, hay aspectos
ocultos a nuestra percepción. Para verlos necesitamos, aquí también, un espejo…
y el único espejo donde podríamos llegar a vernos es el otro”
Amarse con los ojos abiertos, Jorge Bucay.




