miércoles, 22 de noviembre de 2017

Una de las decisiones personales de las que me siento más orgullosa: ser vegetariana.

Ocurrió en abril. Londres. Estación central de White Chapel. Y yo sentada esperando a mi autobús para poder coger mi avión de vuelta a Hamburgo. Sándwich de pavo y humus. Realmente bueno a pesar de ser tan poco elaborado. Realmente rico, sobre todo por el detalle de que había podido tostar un poco el pan. Me gusta mucho el pan de molde tostado, pero no recién tostado, no... me gusta la textura que adquiere después de unas horas, y el sabor a quemado. Es una de mis muchas rarezas. Otra de ellas es tener instantes de "iluminación" donde suelo tomar decisiones un poco arrebatadas a veces, otras muy meditadas pero que me han tomado tiempo.

La decisión de dejar de tomar carne se encuentra en medio de esos arrebatos y esas meditaciones, porque desde hacía bastantes meses llevaba comiendo muy poca carne, apenas una vez a la semana, y casi nunca nada que no fuera pollo o pavo. Además, me encantan las verduras, las legumbres, los cereales y la fruta, así que tenía bastante espectro donde elegir. En fin y al caso: mirando mi sándwich de pavo detenidamente, decidí que aquella sería la última vez que comería carne, y así ha sido.

He de decir que no ha sido tan duro como creía que iba a ser (como siempre, el exceso de imaginación combinada con miedo a la opinión ajena se ceba conmigo), tampoco me he encontrado débil en ningún momento, ni ha sido especialmente doloroso ir a comer fuera y tener que reducir la gama de posibilidades... lo más duro ha sido la gente algo "pesaica" como decimos en mi región, que ha tratado de hacerme sentir mal, ignorante o influenciable por la tendencia (en mi región, en Alemania por ejemplo ya es un estilo de vida, no sólo una moda)  que (maravillosa y ejemplarmente) se ha ido haciendo de notar últimamente relacionada con la dieta sana, el cuidado hacia las intolerancias y alergias alimentarias y el consumo responsable (productos bio y eco, cantidades de comida en la dieta, envases respetuosos con el medio ambiente, etc). 

Muchas veces me quedo pillada hacia estas interpelaciones porque en mi mente no cabe la posibilidad de criticar a la gente mientras come lo que realmente le sale de las narices o compra lo que le da la mismísima gana.

Sin embargo, si me siento responsable de poder informar a las personas de mi entorno sobre conductas que pueden reducir nuestro impacto medioambiental como el reciclaje, la reducción del consumo desmesurado tanto de alimentos como de cualquier otro producto, las posibilidades del transporte público o de lo bueno que es andar escuchando algo de música o la radio (sí, ¡la radio! ¡"nuevo" descubrimiento! No es sólo cosa de gente anciana...), O DE NO TIRAR LAS COSAS AL SUELO. Que esto, sincera y verdaderamente, "me lleva los demonios".

Lo veo como una responsabilidad y una obligación, a pesar de que algunas veces me cuesta poner en juego mi imagen frente a los demás, pero pongo en una balanza ésta y lo mucho que le debemos a la naturaleza y al medio ambiente, lo maravilloso que es y la cantidad de barbaridades y castigos que le imponemos, que realmente me da igual que muchas personas me vean como una "sabelotodo repelente" o una "econazi", como me llamaban cariñosamente mis amigos. 

Merece la pena si con eso puedo contribuir a lo que verdaderamente pienso que es LO MÁS IMPORTANTE, AHORA  Y SIEMPRE: LA NATURALEZA. Tanto la fauna, como la flora, como el clima y los espacios naturales SON LO MÁS MARAVILLOSO QUE TENEMOS y a lo que acudimos cuando necesitamos calmarnos, reconectar con nosotros mismos y respirar. Y LO ESTAMOS DESTRUYENDO. CADA SEGUNDO, A UN RITMO VERTIGINOSO. Y estamos llevando al planeta al COLAPSO.

Respecto a esto aquí os dejo una entrevista muy interesante de un intelectual muy puesto y crítico con todo este tema a parte de con muchos otros: Jorge Riechmann - http://cartagenapiensa.es/jorge-riechmann-cambio-climatico-sintoma-la-enfermedad-capitalismo/

Y bueno, ahora estoy currando de camarera en un restaurante y me entran verdaderas ganas de llorar al ver la cantidad de comida que tiramos y tengo que hacer acopio de todas mis fuerzas para no comerme las patatas fritas que la gente tira por puro capricho. 

Os invitaría a todos a reflexionar un poco acerca de todo esto.

Cambiar los hábitos no es imposible. Recuperar la naturaleza que estamos destruyendo por preferir nuestra comodidad y bienestar (aparente, por dentro cada uno está como ésta...) sí. 

PD: Otro "regalico" ;)

http://www.eldiario.es/caballodenietzsche/Causa-transversal-mujeres-mueven-mundo_6_696490365.html

"Como nieta de esclavos africanos, conocía bien cómo era vivir bajo el imperio de la brutalidad del racismo, la humillación y el maltrato. Por eso, no quiso reproducir esa experiencia con otros seres y rechazó formar parte de la opresión que ella misma había sufrido, negándose a consumir esclavos. Así se hizo vegetariana".


Elena Delgado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario